Suelo catalogar mucho a la gente. Que si usa botitas de gamuza marrón, me pinta el olor a humedad y a casa forrada con tapicería vieja, no antigua, colorida y desteñida. Los que usan mucho plástico o “cuero ecológico”; que viven en un tupper, donde cada cosa que tocas hace como ruido, nada es maleable, todo rígido y quieto.
Después están los que usan constantemente remeras de conciertos. No como pijamas, claro, que muchas para eso están, sino para salir a la calle. Con el detalle: adentro del jean y con cinturón. No, no puedo, es más fuerte que yo. Me dicen “veo Ritmo de la noche”, guardan los originales Vilma palma y Vampiros sin polvo, y cenan todos los días a las 21. Llueva, nieve o truene.
Las minas que veas donde las veas siempre están de diez, con el pelo arreglado, y con los aros que le hacen juego con la bombacha. Pero también están las me pongo lo primero que veo y oh casualidad siempre están bien. Ellas me dicen: no tengo vida pero mirá que bien disimulo.
En fin… le siguen los que todavía cuelgan los banderines. Los que usan el pelo largo largo, que siempre hacen el mismo chiste, los que defienden a muerte a su madre pero tratan para la mierda a sus mujeres, que critican cómo esta la sociedad y se cruzan una barrera baja para hacerse los piolas.
Después me cuesta mucho cambiar esa primera impresión. Me imagino hasta los diálogos que tienen. A veces, intento pensar en lo que se imaginan antes de irse a dormir, pero a tanto no me atrevo.
Prefiero bajarme ahí. En la primera impresión. Seguramente, en lo que nunca fue y nunca existió.
martes, marzo 27
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1 comentario:
jajajajajjaj a veces por más que intentes evitarlo es imposible no catalogar a la gente apenas la ves.
lo que no implica que tengas razón, pero bue, lo de las minas que no se arreglan (onda, salen despeinadas, con un jean y una remera así nomas) y aun asi parecen modelos es te-rrible.
gneial el post
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