sábado, enero 6

"Nada es, en general, lo que parece". Sólo un pequeño cuento. Parte II

Hacia dos meses los días y las noches se habían vuelto tan monótonos que se habían integrado como parte de nuestras vidas. Aunque de vez en cuando íbamos a comer al bar de la esquina, cuando abría.
Pero ese día Mario había prendido un cigarrillo y se lo podía ver distante y callado.
Al llegar a la casa hubo un par de llamados de gente que él parecía conocer. No quise preguntar quienes eran, en realidad me los podía llegar a imaginar pero Mario era tan buen actor...
Yo lo conocí hacia dos años, cuando en Buenos Aires ni siquiera se conocía la palabra “proceso de reorganización nacional”. Habíamos empezado a estudiar juntos para ser médicos en la universidad de Buenos Aires, nos hicimos bastante amigos, los dos necesitábamos irnos de nuestras casas, con la plata de los dos juntábamos para un departamentito en el centro, y ahí estábamos. Ahí seguíamos. Lo de médicos no había sido más que una locura pasajera.
Los llamados misteriosos de esa noche estaban deformando la monotonía con la que me había acostumbrado a vivir. En realidad era una monotonía que había buscado vivir por estos tiempos, a la que me había adaptado a la fuerza.
-Viene mi novia esta noche a casa, te jodería...?
-Deja, ni te hagas drama, salgo a dar un par de vueltas...
-Listo, mató, gracias.
Me extrañó que no me haya dicho que me cuidara, que tenga cuidado a donde iba, esas advertencias que en esa época se habían hecho tan famosas como el decir hola al entrar.
Salí sin saber a donde ir, no quería ir a lo de mi vieja, se armaría toda una película en su cabeza; a lo de mi viejo menos todavía, no tenía ganas de escuchar ningún tipo de sermón. Las calles estaban desiertas. Me preguntaba si todavía quedaba alguien vivo.

No hay comentarios.: