domingo, enero 7

"Nada es, en general, lo que parece". Sólo un pequeño cuento. Final Parte III

Traté de buscar gente por algún bar, algún lado, pero no había nadie. Escuché gritos desde lejos, me alejé, vi grandes autos correr como si fueran los dueños de las calles. Y lo eran. Decidí volver a mi casa, había pasado una hora ya, una eternidad ahí afuera.
Subí las escaleras como un relámpago, quería meterme en mi cama y no salir hasta que saliera el sol. La puerta estaba entreabierta, nervioso como nunca dudé en entrar. Luego pensé que algo le podía haber pasado a Mario y entré sin vacilar.

A partir de ese momento el rumbo de mi vida pareció abrirse en dos caminos. Por un lado, una tortura que la sufriría hasta en mis huesos, la búsqueda desesperada de mis padres, el llanto de los más queridos y la traición de alguien que alguna vez consideré mi amigo. Supongo que los actores somos así. Podemos y sabemos actuar hasta en la vida cotidiana. Disfrazarnos, improvisar; ser un santo o un asesino. Y así era Mario.
Claro que mi vida no tomó ese rumbo; de lo contrario en este momento no estaría subiéndome al avión rumbo a Europa, esperando poder allí triunfar en mi campo.
Todavía siento mi transpiración al tocar el picaporte al entrar. Confusas sombras inundaban el pequeño comedor y luces rebotaban contra el espejo que me salvó la vida. Pero corrí. Y voy a seguir corriendo hasta en Europa, feliz de estar vivo. Sin embargo, a fin de cuentas, es verdad; a largo plazo terminaré agradeciendo todo esto. Miro hacia atrás y me río... no sabia que ese Mario era tan buen actor.

No hay comentarios.: